Curiosidades de Soria y cosas que nos pasan a los que llegamos a Madrid. En definitiva, un lugar de reunión para los que estudian o trabajan lejos de la ciudad donde se criaron. Ahora en oriateka Ahora en http://oria.blogsome.com

           

07 diciembre 2004

Soria, desierto demográfico

Navegando por la red de redes, he encontrado en un foro este pensamiento en voz alta sobre la situación soriana:

En la Europa de los 25 sólo hay tres desiertos demográficos: la Laponia Nórdica, las Tierras Altas escocesas y la provincia de Soria, que no llega ni a los 9 habitantes por km2. Esto significa que para acudir a una consulta médica, del especialista que sea, hay que recorrer distancias de desierto. Desde el punto donde me encuentro (Valdanzo) 100 km de ida y otros 100 de vuelta: 200 km en total. Los habitantes de las periferias sorianas tienen que hacer dichos recorridos como sólo se hacen en países del tercer mundo, que es este mismo, invisible y callado, que habita entre nosotros. Sea enero o sea mayo, el paciente tendrá que levantarse a las 7 de la mañana para ir en tractor o pagando un taxi hasta alguna población cercana, en la que esperar a que un coche de línea regular le recoja y le lleve hasta la capital. Con frecuencia, el paciente de este desierto deberá acudir a realizarse pruebas en ayunas; con frecuencia suele ser un anciano, perceptor de la mínima pensión, tan mínima que pagar un taxi para recorrer los 10 km que de media le corresponden, como morador del campo soriano, es un gasto muy muy extra; con frecuencia no puede contar con la ayuda de acompañante alguno en estos viajes. Los hijos emigraron años atrás a las zonas industriales de esas comunidades de PIB tan alto que piden ser extraordinariamente autónomas como sea, de modo que el paciente recorre el calvario solo. A veces, cuando llega al hospital, el médico ya se ha ido. A veces, cuando sale, el coche de línea también. A veces no pasa porque hay demasiada nieve y hielo; o , sin ser tanta la inclemencia de la naturaleza, no hay quien se atreva a subir el Temeroso. Y a veces hay médicos que tienen en cuenta el viaje que ha hecho este paciente o, a veces, hay familiares, paisanos, amigos que dan conversación y tanta afabilidad como para convertir tales desplazamientos en lo mejor de la semana, en uno de esos días que rompen la rutina.

Pero ningún desierto ofrece demasiadas palabras, ni miradas o rostros, ni amables ni de los otros, y sí un invierno largo. Vivir en el desierto significa pasar por una fría soledad con más frecuencia de la que cualquiera desea. Significa volver a casa con 200 km recorridos sin haber visto un niño; ni un buen lugar donde poner el cuerpo. Otras poblaciones mejor dotadas de servicios como El Burgo o Berlanga o Almazán también pierden su gente, cierran cada año escuelas y ven cómo sus jóvenes huyen hacia no se sabe dónde.

Por todo ello, los habitantes de este desierto llamado Soria vieron con entusiasmo la llegada de un castellano-leonés nada menos que a la Presidencia del Gobierno. Y algo esperaban del Consejo de Ministros celebrado en León el pasado 23 de julio. Algo para que ese paciente tuviera que recorrer menos km; o para que no resultara tan duro el viaje; o para que al llegar a su pueblo tuviera cerca algún chico al que contárselo. Algo... Y, en efecto, en esa reunión de León se acordaron 33 medidas, con un valor cercano al billón de pesetas, para revitalizar la comunidad castellano-leonesa. Pero el grado de invisibilidad de Soria es tan extremo que ninguna de esas pesetas será para mejorar la vida de sus moradores. Cualquiera de ellos se siente burlado y se pregunta cuántos habitantes tenía el País Vasco cuando aún era 'las provincias vascongadas', por ejemplo... Ofendidos, humillados, despreciados, los pacientes de este desierto junto al Duero han expresado su indignación demostrando una capacidad inusitada para organizar la protesta: manifestaciones, sentadas, recogidas de firmas y en algunos pueblos hasta calendarios con las fotos de sus mozos desnudos (insuficientes, por cierto, en número para repartirse cada mes del año) que han llenado las portadas de los dos periódicos provinciales.

Sólo la maldita invisibilidad de la provincia explica que ninguno de los medios de comunicación nacionales se haya hecho eco del doliente griterío que ha cruzado la provincia durante todo el verano. Revisando la milenaria resignación, sosteniendo el NO numantino, trabajando por lanzar propuestas de futuro, sacudiéndose de encima la paciencia geológica para dirigir la rabia, andan los sorianos preguntándose qué hace falta para ser vistos y oídos.

Dice el texto de la Plataforma ¡Soria Ya! : "No pedimos favores, que nuestro orgullo nos lo impediría, sino justicia". Y esto quiere decir que la soluciones no deben venir por subvencionar y apesebrar al soriano declarándole, como al buitre o al lince, especie protegida (sospecho que incluso para eso, dada la escasez de parejas autóctonas y fértiles, es tarde), sino por esas inversiones en contantes euros que sirven para crear empleo, para mejorar carreteras, para abrir hospitales y colegios. Para traer vida a este territorio en el que surge, una vez más, la pregunta: ¿Cómo es posible tanta riqueza en abandono?

Paradójicamente, adonde no han llegado los euros llegan las voces que advierten del peligro de la superpoblación, de ese exceso de gente que no soportará la tierra. Aquí, donde un buenos días te cuesta tus buenos 10 kilómetros, tienes que oír que no cabemos en el santo suelo. Así son las cosas bajo los telediarios globales. Por eso me pregunto ¿quién va a tener por buena la idea de declarar una fecha (el '27 de Septiembre' es la propuesta por ¡Soria ya!) como "Día de la Despoblación"?

Este desierto no es nuevo, es rancio el abandono de estas tierras por parte de las instituciones. Cuando otros pasaron de visita por aquí vieron la piedra en alto, el halcón, el ciprés, la cruz, el cielo… Dejaron que por el suelo creciera el desierto; miraron, con los ojos del alma, al campesino y lo llamaron místico o austero… No se puede ser más cínico.

Sólo un apunte, se nos ha hecho creer que José María Aznar López era natural de Castilla y León, pero en realidad es madrileño.

 

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