Fin de semana en Soria

Al final no tuve que buscarme trineo para llegar a Soria la pasada semana, ya se verá que suerte tengo esta semana. Eso sí, al conductor del autobús le debió de dar frío el ver tanta nieve en el paisaje que puso a todo gas la calefacción del autocar.

Soria me la encontré con las calles muy limpias pero con las aceras, como de costumbre llenas de hielo y eso que el Ayuntamiento se compró una máquina como las de barrer el suelo de las calles pero quitando nieve y echando sal, pero se ve que solo funciona en las cercanías del Collado (el centro) Hay quien dice que esta vez están las calles más limpias que otras veces, que sólo queda la nieve que da al norte y las sombrías... o sea lo que no se ha regalado (es un sorianismo, significa derretir) Aún asi, el viernes por la mañana pisé nieve virgen en las cercanías al hospital y eso que había nevado ya dos días atrás. Solo hay que echar un vistazo a esta plaza para imaginarse la pista de hielo que ahí había.

Plaza del Salvador helada

Este fin de semana me sorprendió la noche soriana. En Soria nos conocemos todos, pero no sé si es que había muchos aficionados del Barcelona camuflados pero había caras que no me sonaban y eso es raro. Eso sí, como siempre había una fauna nocturna muy diversa.

La vuelta a Madrid, catastrófica, como siempre llegué unos minutos antes de que partiera el bus y como siempre había una cola de unas 15 personas para el bus que debería salir en pocos minutos pero, como siempre, acababa de llegar. Susto. No había billetes para el autobús inmediato, sino para el siguiente que salía en hora y media. Comprobé en las dársenas que sólo había tres autobuses que salieran en ese momento a Madrid, que probablemente llegaban mas que llenos de sus orígenes (Logroño y Pamplona) Los de Soria no cuentan ya ni para las empresas. Eso sí, a las 8:45 me fui a Madrid en el autocar número 5.